miércoles, 17 de diciembre de 2014

Jota Doblevé



Pasé el día entre la nada y la nada.
Ordenándola.

Las velas y la fe. Lo inesperado e indigerible. Las palabras, tan livianas frente al mayor silencio. La razón que sobra y que tampoco explica. Las paredes de contención. Los ruidos disonantes del todo lo demás. La calle desfasada, con sus autos y sus gentes yendo sin detenerse. Todo lo vivo en movimiento. El ciclo de la vida burlándose en los ojos de sus padres. La ex alegría compartida como puente. La realidad, atravesando todas las evasiones. Las paredes derrumbándose ante los contrastes. Los gestos esperados que hay que desandar para desesperarlos, sin desesperar. Los últimos minutos, tan últimos. El aplauso de todos para que en la eternidad vayan abriendo las puertas. El adiós momentáneo. La aceptación en el algún día futuro. El vacío y el mayor frío derrotados por tu sol en paz.

sábado, 13 de diciembre de 2014

Revista Sapo

Habemus publicación en Revista Sapo de Chile. Habemus felicidad por caminar un poquito más allá de lo cercano, a través de Bizarren y la abuela. 






martes, 9 de diciembre de 2014

Somos



Somos lo que quisimos no ser
en esos días y noches sobrias
donde consumíamos juramentos
en pastillas de colores.
Somos lo que nos camina en ausencia,
lo que pronunciamos a oscuras
debajo de la aplanadora que no perdona,
lo que nos gritamos por la espalda
mientras huimos con lo puesto.

Somos, si tenemos suerte,
eso que aún muriendo
no nos deja en paz.

Las [comoquieran]



Diganle crispantes
o [comoquieran]
a las oportunidades vacías
pero no las llamen dudas
si desde lejos se sabía
que eran demonios.

Los venenos



Uno tiene muchos modos
para atravesar al tiempo y sus marañas,
por ejemplo buenamente,
como en orden,
derechito saque número
y espere.
También cabe el intento
de ir más allá y salir ileso
aunque crecido, y algo lleno
de banquetes de horas buenas.
Ese es el lado genial
aunque efímero(+),
donde todo es bonito y fluyente,
y de algún color
de esos del arco iris.
Pero también hay horas
para enfrentar ese otro sitio:
el del sótano ignorado,
el de la puerta de servicio
que todos barren bajo su alfombra.
Ese rencor mohoso, esa ira insana,
ese creciente borderline
trepando entre sombras,
y haciendo de ellas,
alimento y mandrágora.
Ese lado donde los venenos
se prefieren en boca ajena
servidos vinosos y en caliente,
para que antes de que los culpados
cierren los ojos en modo definitivo,
no nos olviden.

lunes, 24 de noviembre de 2014

Climas



Andaba el pronóstico anunciando que es clima de bisagras y de tener cuidado.  Me desabrigo los  bordes, que son omnívoros  y crecen como nubes. Sobre todo a veces, cuando ladra la luna a los chacales que brillan y muestran caminos paridos por el instinto. Dicen que pronto va a llover, pero  no acá, sino en alguna otra historia donde los lobos lamen la mano de quienes los civilizaron. 

domingo, 23 de noviembre de 2014

Anais Nin y su predilección por las técnicas de Otto Rank por encima del análisis freudiano



"La rigidez científica actúa de modo muy parecido a una trampa, la trampa de la racionalización. El paciente, que es una persona hipersensible no puede dejar de sentirse influido por aquello que se espera que diga, por la rápida clasificación que descubre la estructura de forma demasiado evidente. El neurótico piensa que cada una de sus frases tiene que encajar en una secuencia lógica a cuya presión acaba por sucumbir.
Cuanto más claro se le hace este proceso, en mayor medida experimenta una especie de desaliento ante la trivialidad de todo aquello. El dar un nombre a su problema, que en sí es algo completamente prosaico, le hace pensar en sus enfermedades físicas, y le priva de esa ilusión y ese halo creador que es imprescindible para la recreación de un ser humano. En vez de descubrir las posibilidades poéticas, imaginativas y creadoras de su enfermedad (ya que la fantasía de todo neurótico es en realidad, una obra de arte deformada, abortada) descubre su despoetización y esto le deja convertido en un tullido en vez de un artista"
 (Anais Nin - Diario I)

martes, 4 de noviembre de 2014

Catch 22



Hubo un mundo en aquel brillo
pero luego llegó el otro viento
a cegar el timón de las certezas.
Entonces bajaron como párpados las magias
en aquellos ojos que cambiaron de sangre
con tal de seguir abiertos
aunque opacos.

La Mesías



En el condicionamiento tribal
de un mundo con opciones apenas binarias,
se encontró haciendo camino hacia los ángulos
de una mujer hecha y derecha
no hipdiotizada con propagandas de detergentes
ni mister músculos de antros de moda,
pero igual debatida
entre el lado A  puro y concreto
y sin misterios del arroz con leche
y el B de sus otros yo
que gustaban jugar a todo
en cuadros multidimensionales.
Así fue que un día antes de las navidades
inclinó su peso hacia una de sus sí mismas
y dejó marido, cordura y casa en espera
para asesinar sus habituales lugares en el mundo
desatando tímidas, avivando lentas
y componiendo rocks que incitaban a otras
a descuartizar ollas sin un manto de piedad.

miércoles, 8 de octubre de 2014

El reino




Prohibieron el camino que iba hacia adelante, junto con el de atrás, y las sombras que estaban cerca se marchitaron conteniendo la respiración. El tiempo desdibujó sus vientos y archivó huellas quedándose en un quieto.  La vida entera tomó un descanso y se pronunció en feriados que olían a silencio y a lo inmaterial. La Nada primitiva irrumpió lentamente desde todos sus reinos estáticos como fotos,  y desparramó la soledad en sucursales, mientras preparaba carteles que la autoproclamaban vencedora ante nadie.

martes, 23 de septiembre de 2014

Lo real



“Vamos, transfórmame en un hombre que sea capaz de lo que es obvio.”
(Kafka, en una carta a Felice).

“Hagamos algo”, dijo él y lo miré, tironeada por la inercia que nos cubría como polvo, y la imperiosa necesidad de saltar que me generaba su frase, como si yo fuera una hamaca y su palabra el envión que me ponía en movimiento.  Entonces me levanté y fui a dibujar en la arena, como si con cada línea me declarara vencedora de la quietud, y cada dibujo decretara letras que, al unirse en varias, decantaran en versos efímeros, como todo lo que declarábamos nuestro sólo por gusto de rehuirle a la eternidad y sus mundos subyacentes. Él se rió y yo supe que había detectado el error gramatical que había dejado abandonado a propósito entre las piedras, y no me importó salir rengueando si es que de esa forma había corroborado su atención y su alegría, en un mismo trazo. Nos divertimos, mucho y varias veces en esa vez. Cuando me desperté no había rastros de él ni de la arena en frases. Sólo un papel que decía: “Fue real”. Me gustó su poema, leerlo dejaba un halo de tranquilidad y también un poco de esa bruma filosa a la que no nos asomábamos sin respeto: porque la arena se convertiría en otra con cualquier agua y viento, pero el papel sería constante en las mañanas del siempre; aun cuando los dos estuviéramos dudando y creyéndonos otros que también éramos.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

El amaestrado



Te agarrás la cabeza entre las manos
como si se te persignara la conciencia
en amuletos, para que no se la lleven lejos.
Cáliz-cuna que defiende todo
lo que queda adentro
en esa cápsula protectora imaginaria,
como si esos dedos dibujaran el subconjunto vos
mientras el todo-afuera
no dejara de avanzarte 
desde sus flancos-muchos,
presionando tus débiles ejércitos
de diez soldaditos huesudos
que se doblan, no pudiendo
ni con el peso
de su propio plomo.
Y ahí va terminando todo,
han logrado inminuirte en lo inevitable;
invadido por los índices
acusadores de lo externo,
que se meten en tu nariz,
tu oreja, tus bocas
y amasan tus no-pudientes
manos conquistadas
en una bolita vencida
que tiran lejos
mientras te tatúan su uniforme
y un alma neutra . 

jueves, 4 de septiembre de 2014

Traumas de los 30





Un día inaugurás la sensación de que el pasado se va quedando vacío de muchos nombres que lo marcaron, en presencia o tangenciando. Las distancias con las cosas que viviste parecen aún mayores, se mudan casi al terreno de lo dudoso e imaginario, porque de a poco los elementos reales que ayudan a recordar y reconstruir se van yendo, se caen, desaparecen. ¿Qué quedará en pie de lo que conocemos como realidad, cuando todos los que habitamos este presente nos hayamos ido? ¿Nos habremos ganado para entonces el derecho a ser recordados?

jueves, 28 de agosto de 2014

Las de abajo



Las superficies que nacen van ganando lugar entre su propia materialidad y su derecho de cubrir lo que encuentran. Las bases ya han tenido historia suficiente, han sabido de lo extremo de aguafuegos que les parieron caprichos en color y forma. Vieron la luz degradando, lucharon el juego de mostrar sus grietas y llanos, se desarrollaron como pudieron, se apoyaron sin tener mucha idea de lo que las sostenía por debajo. Todo es una trampa del devenir: cuando las recién emergidas toman conciencia de que las previas pasaron por lo mismo, todo está ya consumado. Cada superficie tierna es mordida por una fría rigidez que la iguala en silencio y resignación a las anteriores. Nace el pasado en la muerte de su inocencia. Todos los cimientos están listos para que crezca algo encima que será nuevo en el por ahora. 

lunes, 18 de agosto de 2014

Habría


Habría que dejarse estar
habría que soltarse en,
habría.
Uno tendría que dejarse,
que permitirse acarrear,
que permitir,
que soltarse.
Habría que dejarse llevar
guiar
transportar
y encaminar
igualito
a como los muertos. 

domingo, 10 de agosto de 2014

Hambre de elefantes


El nuncamás-tiempo
y sus ausencias
de elefante en un ascensor.
A veces la peor respuesta
que puede transitar un hombre
con hambre estructural
de certezas que caminen,
es la malapalabra
nada-nadie. 

jueves, 24 de julio de 2014

Déjà vu


Érase aquella vez una cuasiescritora que comenzó a reconstruir palabras en un porquesí anti aburrimiento, hasta que llegó a inventarse un idioma propio y único que descartaba sobras y unía sustantivos, adjetivos y verbos en resignificantes términos casi irreconocibles e inusables en una conversación de rutina. El día en que puso en práctica todo su diccionario nadie más tuvo el don de comprenderle ni una frase, así que mudó su vida y sus palabras a una isla casi deshabitada en medio del océano. Allí camaleonó lentamente con el paisaje antropofóbico, hasta convertirse en una darwinescante especie animal que se deslizó como paria y signo de interrogación por la cadena evolutiva intersticial. Dicen que se le falleció la existencia una tarde de veranosoliento extremo,  tratando de que alguien la entendiera y le vendiera agua dulce a cambio de un empacamiento de poemarios suyos recién salidos de su cajondelirium diurnicreativista.



domingo, 13 de julio de 2014

Biubicuidad



Bordear un mantra con la parte efímera de la boca, alcanzar la inmortalidad en tiempos de espuma que ya pasó, porque antes de que te des cuenta ella es otra vez agua jabonosa, y yo bicho mortal. En el medio de los dos momentos, la biubicuidad: estar allí eterna, y acá enminutada, al unísono. No, no suena a milagro, sino a doble ración de mí aburriéndose como hongo entre espejos de un río que por ahora así. 


domingo, 6 de julio de 2014

Fundido a negro


“Lo mejor del dormitorio era la cama. Me gustaba estar en la cama durante horas, incluso de día, con las sábanas subidas hasta la barbilla. Allí se estaba bien, nunca ocurría nada, no había gente, nada.” - Charles Bukowski -

Y en el atardecer, sólo es el sol el que se va de viaje
lo demás cae a plomo, o se repliega
desinfle asqueroso lleno de ideas batracias
que saltan, pisoteantes huellas entre aceites
y barros mentales que lo bañan todo de desastre
en especial a ese tiempo llamado 4 a 7 de la tarde
o esos largos minutos entre ese más o menos paréntesis
donde todo por lo general luce lleno
de paisaje celeste-naranja-ocaso,
pero no acá, y encima invierno
cuando uno cierra los ojos y duerme
hasta que afuera es tan noche
como adentro.

sábado, 28 de junio de 2014

Deus ex machina

         


        Aquella vez estaba aburrida y decidí inventar la máquina de la resurrección. No fue una gran proeza, ya que la maqueta la encontré en Internet, en una página del tipo “Hágalo usted mismo”. Nadie había difundido la noticia de la existencia de tal aparato, supongo que dudaron de su don real. Pero yo me arriesgué, conseguí piecita por pieza en la ferretería y esperé al jueves, porque para el martes estaba anunciado mal tiempo. No quería tener todo mojado y correr el riesgo de que se me oxide el aparato. Eso ya me había pasado cuando armé aquella mesita y me la olvidé dos noches a la intemperie sin pasarle barniz.  
Los del pronóstico acertaron, el martes llovió, pero el jueves amaneció soleado y seco, ideal para la construcción. Soy muy meticulosa con los detalles, así que me llevó cuatro horas y media el armado en lugar de las 3 horas sugeridas, pero ahí estaba la cosa en todo su esplendor: verde y ovalada, parecía un ibuprofeno de acción rápida. Una belleza del dadaísmo.
Ahora había que probarla, así que seguí el protocolo para programarla y experimentar el funcionamiento. Mi día podía desembocar en la victoria o en un fracaso absoluto. No tenía mascota, así que lo único vivo y con movimiento que encontré en el patio, fue un caracol que se arrastraba decidido (pero no veloz) hacia mi único malvón florecido. 
-“¡Vengapacá!”- sentencié, y lo ahorqué hasta que murió. 
Usted dirá que es imposible ahorcar a un caracol, pero eso es porque nunca probó. Como verá, yo llevo todos los asuntos a la práctica y puedo asegurarle que es factible. Además el bicho es todo cuello… ¿no lo encuentra cada vez más lógico? 
 Asesinado, laxo y baboso, el caracol fue depositado en la cápsula. Después había que esperar unos minutos, que me parecieron interminables. Cuando sonó el ruido del timer, abrí la puerta y me encontré al caracol vivo que se arrastraba por el fondo de la máquina sin ningún tipo de conmoción aparente. La primera prueba había sido un éxito y me inyectó el entusiasmo necesario como para seguir adelante.
Ahora era mi turno. Resultaba irónico el hecho de que lo más difícil del acto en sí, fuera concatenar mi suicidio con el paso posterior, que era apretar el botón para activar la resurrección. Resultaba imposible llevar adelante el segundo paso sin la ayuda de otro, pero tendría que encontrar la forma. Así que tuve que enfocarme en automatizar la máquina para que se activara sola a los dos minutos de mi muerte. 
Un tiro bastó, y créame, al rato ya estaba resucitada. Fue una desilusión no encontrar nada revelador entre estar viva, morirme y estar viva de nuevo. Sólo había sentido al despertar mucho hambre, así que después de almorzar (o cenar, no tenía muy presente la hora), me dispuse a intentarlo de nuevo. Al otro día no trabajaba, así que podía acostarme tarde sin resacas posteriores. Lo intenté una vez más, y lo mismo. Esta vez no comí, y pensé si sería abuso insistir una tercera. 
Sentía la obsesión de querer atrapar algo del más allá que no había podido captar hasta ahora. Me pregunté ¿por qué parar? ¿No le había ganado a Dios al competir contra él en eso de la vida y la muerte, y encima, haber triunfado? No, no le había ganado, ahora jugaba de su reemplazo, si quería. Y sí, quería, así que lo intenté una tercera vez y una cuarta. Para la quinta, el ritual había perdido la emoción del estreno. El viaje se empezó a transformar en una rutina casi tan predecible como seguir un manual, pero me daba celos lo de la luz blanca y ese vislumbre de maravillas que relataban quienes habían vuelto de la muerte por pura magia. Bueno, tal vez  no por magia sino por acción del otro de arriba, de ese Dios que ahora parecía quererme negar lo gustoso de la experiencia, en dejarme jugar, pero aún bajo sus reglas.
-“No me vas a ganar”- dije, y lo intenté una quinta y una sexta vez. 
La séptima fue de puro orgullo, porque la verdad es que hubiera preferido sentarme a ver qué daban en televisión, que seguir con esto de resucitar por gusto. 
Pero de golpe cambió todo, porque en esta oportunidad no volví. Frente a mí se abrió el túnel de luz  y había comenzado a emocionarme, hasta que percibí que no empezaba la vuelta atrás, sino que iba como en cinta transportadora hacia adelante, irrevocablemente. 
Y llegué al cielo, nomás, al cielo del otro, al cielo de la competencia. Recién entonces todo se hizo claro y la verdad vino a mí como una cachetada. Estaba en el cielo de los felinos. Yo era un gato que se había olvidado de que cuando nacés te dan siete vidas para gastarlas como quieras, con la condición de que no juegues a competirle al patrón. Dios mismo se presentó en persona (o en divinidad) para patearme como una pelota hacia el purgatorio, como corresponde a un gato callejero que se le da por hacerse quien no es. Y Dios estaba enojado, sí, pero sonreía, porque allá no tienen canales de cable pero esta historia había sido una buena película para mirar desde arriba y divertirse un rato. 

viernes, 13 de junio de 2014

3.40 AM


Un día te levantás y sos todo hueco
y no encontrás por donde comenzaste a gotear
pero fue rápido, y evidentemente certero
el trazo de lo que te dejó invisible y ausente.
De repente volvés a vos, fue todo un mal sueño;
te palpás un borde, y después los otros
pero hay uno que no reaparece donde antes
y está bien, decís, era justo que del lado-pesadilla
se quedaran con algo masticable en el plan canje.
De todas formas el corazón ya había caducado
su razón de ser, y sus latidos muebles,
mejor donarlo entonces a las nuevas sombras
que no saben que aún duermen su inocencia;
son ellas quienes todavía no tienen un agujero con historia
ni una memoria que rebasa mil comodines con tu nombre.



miércoles, 11 de junio de 2014

Sinestesias



Como veladas de coco y espada,
en contradicción directa a los placeres
y sentidos y memorias, en cara y contracara;
como una pista de absolutos pero blandos,
como una marea tibia y arbórea
de leche condensada y tules que envuelven en asfixias.
Como un rumor seco, como un gusto a rosas
tan rosadas que hieren de tanto cliché;
te bañan ellas todo el horizonte y la casa y la lengua
invadiéndote el centro con franca impertinencia rosada,
en días en que matarías, sí, pero por perder tu alma
entre licores puros de un azul insoportable.

miércoles, 4 de junio de 2014

Habría que ver



Habría que ver el sabor
del viento yéndose,  lamido por los dedos;
el óxido de los días ganando batallas
de mentiritas, de las que ya están
repartidas en papeles.
Habría que verle la cara a ellos, los hartos,
los que se cansan de vernos bailar
acariciantes como húmedos líquenes,
hastiados de vernos, de verse, de ver algo,
o eso era antes
cuando nosotros también veíamos
esponjas en el cielo
y barriletes nadando
entre las rayas de las cebras
entre otras cosas que vimos
o que oímos con la vista,
épocas donde los almanaques se deslizaban
entre lo feliz como caracoles
paseantes en domingo.
Pero ahora no,  ahora
ya no nos invitan a ser dos en entregas,
ahora sólo unilateralidades
enmarcadas en sí mismas.
Habría que ver, decía yo,
pero habrá que esperar
a que dejen de llovernos los ojos
porque por ahí vemos, y ya no.

Testigos


Aceptar el roble
cayendo, el silencio
cuando es
demasiado mucho o
demasiado poco.
O la duda dejando de roer
las puntas finas de la memoria
y los puentes misceláneos.
O el saco donde nuestras miserias
y nuestros deseos se encierran
a pelear como gatos ariscos,
como rabias hambrientas,
ansiosas de poseer algo.
Y justo abajo nosotros
preguntándonos
porquéyparaquéycuándo
en un borde, el nuestro
que baña de último veredicto
a las palabras allí arrojadas,
mientras de todo ello
sólo quedan como testigos
nuestros gusanos.

Vos-pan



Si dejás un pan fresco, blando, recién salido del horno ahí tirado sobre la mesa, puede pasar que se llene de moho, o se seque y se convierta en piedra. A lo sumo en pan rallado. La vida tiene un ídem parecido, te endurecés y aún asi seguís dando. Pero ojo, porque ya no sos pan, ahora sos algo asi como polvo rebozador, en función de. Entonces de repente sos parte de un otro-milanesa para existir, para que tu ser rallado tenga un sentido de continuidad. Pero ojo (bis). La milanesa es otra cosa que ya no sos vos-pan, sos el coso de la milanesa, y de ahí a ser el cosito del coso hay un solo paso. Ojo (3), no te confundas: esta película ya no es sobre la nobleza de panificados y afines, es sobre la vida mutando y jodiéndote con un rallador en mano. 

viernes, 23 de mayo de 2014

Sin


Con arenas, entre aguas,
con ojos que miran atravesando,
con manos pendientes, no usadas
con rimas entretejidas que entelan solas,
con pausas y obligados puntos,
con arenas, de nuevo, pero secas.
Con una ventana entreabierta
con un saco lleno de esperas;
con tachones que abren dudas,
con cerrados candados.
Con rojos, verdes y otros colores,
con todos, conmigo, en nadie.

Manchas



Somos porfiadas manchas
cultivadas entre destinos
que resultan ajenos.
Cambiamos espejos por verdades
y verdades por remedios,
temblamos entre estaciones,
entre pasados de otros,
y bajo certezas que se dan vuelta
si las pagamos en cuotas.
Es hora de dudar de todo
cambiando este dormir
entre aceptaciones.
Porque vivimos escapando de nosotros,
porque no nos damos cuenta.

domingo, 18 de mayo de 2014

Pulpa y alma



Ser una paria en mi propio cuerpo
chocándome contra los límites de cada célula.
Ser creadora de protofronteras de mis pulpas
desalquilándoles este alma mía que no les cabe
y que por ello revienta las costuras.
La culpa es grande por dejarla sin amparo
pero al menos ahora ambas partes estarán cómodas
aunque escindidas, sin contenido las unas
y sin continente la otra.

Dicen en los hospicios
que así es la vida.

miércoles, 23 de abril de 2014

El tiempo que parece


Parece mentira la mucha fachada del tiempo atravesando las ventanas, en su vaivén frío-calor que insiste en inviernos-veranos y demases del medio; como la tibieza, por ejemplo, que no es ni uno ni otro, y por eso allí queda, orillando una certeza. También hay un tiempo no-clima, que es el de los relojes, y es el peor para todas las saludes. Con ése no hay blandos a medias, no hay pasados recuperados aunque uno se siente a recordar  mucho, con fuerza y no suelte. Tampoco hay viajes atrás que nos dejen de pie en aquel big bang donde estábamos temblando. Parece mentira, somos humanos que inventamos lapsos envasados, y nos atamos a ellos como a cárceles de arañas implacables. Sin antídotos, sin muertes rápidas que nos exterminen como para no sentir la herida del minuto que quema y nos pasa en todas las carreras que nunca podemos ganar, ni aun llegando antes. Parece mentira, es esa la verdad que nos mata. Eso, y los años, aunque no sean ciertos.

jueves, 17 de abril de 2014

Crónica a color

Hay días donde sin abrir la ventana, ya sabés cómo va a estar afuera por la temperatura de la cama. Salís a tu mundo de rutinas que ya marcha a contramano sólo por ser parte de ese catálogo. Te encontrás con la gente diaria que reacciona a lo Pavlov a cualquier conversación también previsible. Entonces construis un mundo de temas alternativos-llamese-la-vaca para abrir tu ángulo alterno en el blablá comunicacional con otros, pero la mayoría de las veces sólo se retroalimenta con respuestas-confusión y un silencio-pared. Entonces seguís hablando del clima, del país, del chisme de turno, de amores sintéticos bajo patrón, del todo los días, de los mundos ajenos, porque de eso quieren hablar los ajenos. Y hay que hablar, porque eso nos hace un humano hecho, derecho y bien cortado. En la radio suena algún tema de Charly, parece que el que opera sonido es el único que te entiende hoy. También está encerrado en alguna pecera, con esta tarde tan linda y tanto mundo afuera, según dicen. Volvés a casa, nobody home. La noche promete ser negra aun atardeciendo. Previsiblemente sabía que iba a ser de ese color hoy temprano en cama, sin levantarme todavía. Mañana sólo será cuestión de copiar y pegar, pero viernes. 


Posesiones


Había una vez cosas que no eran de nadie. Y por ellas lloraban todos, y también lloraban las cosas-que-son-de-todos, por lo injusto de tanto destino huérfano. Y los dueños de cosas inventaron orfanatos para cosas sin dueño, que eran asilos con leyes para la cosa desamparada promedio, y de repente hubo para ellas palabras prohibidas e incuestionables, como dueño, pertenencia, y soledad. Y las cosas sin dueño pasaron ahora a ser los expósitos-del-orfanato de todos, y aun así seguían sin ser de nadie.
Un día amaneció de un color gris confuso, y se fueron. Hasta ese momento habían permanecido calladas, viendo como todos las hacían parte de su lado incómodo. Pero ellas, las cosas parias, esperaron en su borde, hasta que la conciencia colectiva las barrió hacia un olvido de por allá lejos.
-    A dónde habrán ido? Si no tienen dónde… ni con quién!- se lamentó una-cosa de un-alguien.
Ellas, las cosas que huían, no escucharon. Se iban a otro lado a ser felices como antes,  siendo secreto incomprendido, cosas de nadie dueñas de sí mismas y del mundo, que estaba siempre en busca de amos como ellas que supieran sonreír y poseerlo sin papeles.

sábado, 5 de abril de 2014

Días así



Quisiera sentarme
y que todo pase rápido:
la tristeza, los autos de la calle
los desfiles ajenos,
las nubes, esas, de allá arriba,
los días de trabajo
y descanso (los obligados).
Los días de sentirme parte
de mecanismos ilusorios
de un gran mecanismo
que no entiendo.
 Los días con nombre, con título
y tamaño estándar,
los días asépticos,
y los otros, partidos al medio,
cacheteados por segundos tristes.
(Y otra vez la tristeza...
Nombrarla varias veces en un mismo poema
más que redundar
preocupa.)

jueves, 20 de marzo de 2014

El último plato



Qué ganas de irme lejos
a lugares donde se sienta,
pero no el frío cortando
como líneas rectas.
Implacables, ellas,
rectando como definiciones
y como tachones que las contradicen
con otras palabras
              sobre
              palabras
              sobre
    otras palabras,
pegándose ente sí
como
fideos pasados presentes.
Servime otro plato
antes de que se le enfríe lo confuso
y se sienta lo incoherente.
Una delicia impalabrable,
y un gracias-de nada
por nada
hacia
la nada.
Siento el lejos.
No siento.
Qué ganas
de irme.

lunes, 3 de marzo de 2014

La sanación de los rodometafisios


Hay rodometafisios que tenés razón, se destruyen solos nomás una brisa les da vuelta el ahora y se los hace crisis. Pero están los otros, los que se curan a sí mismos caminándose, encontrándose a cada pie con la piedra que se aparta hasta hacerse chiquita, y de tan chiquita de repente se afina en arena blanca que orilla hacia sus otros mares calmos, sin saber cómo ni dónde, y sobre todo no importando.

viernes, 14 de febrero de 2014

Escondolor

Te espero ahi, y sólo ahi,
en ese más allá donde esté prohibido
desafiarse a las escondidas
o esconderse, entre picas,
entre paredes que escondan 
lunas a la luz.
En ese ahi
y sólo ahi, te espero
sin escondrijos
sin escondientes,
sin dos lados
del mismo juego.



martes, 11 de febrero de 2014

La cita



No podían buscarse y hallarse en el universo de lo real, asi que de vez en cuando se citaban con sus conciencias en anchos cielos fantásticos dominados por caballeros alados, y ahi libraban su otra batalla de luces, sombras, avances y retrocesos en la fe y el tiempo. Era entonces que sus mentes húmedas se secaban al sol en cada asalto de las coincidencias, como nuevos milagros de lo antiguo, como ropa estrenada por segunda vez.

sábado, 8 de febrero de 2014

Efemérides


Hace dos años desaparecía Spinetta, y también esa otra música dejaba de sonar por dos meses. Hace un año probaba un inmenso Cosquín que se partió en dos como una ciudad dentro de otra ciudad, manifestada entre paralelas, y no sobre ellas. Hace tantos años nacías vos, y luego yo a través tuyo, y aún así hoy no puedo recordar cuántos años cumplirías ni de qué color eran tus ojos en los días en que yo todavía te llamaba papá...


lunes, 27 de enero de 2014

Espontáneo II



De este lado el mundo tiene un poco de espacio gris y de horas iguales. Los hechizos se caen, al igual que las religiones y los faros que iluminan a los iluminados. Es como verano, pero terminando; es como domingo, pero en lunes, y la ficción tiene más sentido que el eco en mi cabeza. Afuera los autos van hacia el mismo lado. Adentro, los pensamientos tienen accidentes a contramano. Las-gentes miran en la tv la vida que no viven, los ojos no coinciden en tiempo y forma con las almas, que cantan con los gallos pero de noche, y no hay reversa en lo irreversible de los textos, que aunque planteen rebeldías, siempre se escriben a la derecha, [luego
                                      Bajan
                                      Al
                                      Siguiente
                                      Renglón] y así, continúan siguiendo, hacia adelante, hacia el futuro, hacia un blog escrito en una noche de lunes, hacia tus ojos leyéndome quizás. 

jueves, 2 de enero de 2014

Sr. Juez




Injustas las sustracciones del todo;
todo te sacan:
tanto el auto que dejaste en la esquina
como el billete de 100
que le diste al del supermercado
pensando que era uno de 50.
Sí, injusto
el afano burocrático del minuto
en la fila del banco
mientras detrás del vidrio
el de corbata te mira
y juega al solitario.
Injusto el hurto de la inocencia
pisoteada por los dueños de la ventaja,
injusto el que se apoya en el asalto impune
sólo porque nadie podrá deletrear culpables.
Injusto todo
lo que te sacan los injustos,
y no te devuelven
ni mediando divinas justicias,
injustas injusticias,
como las que hablan del mundo
de las fotos de hace un año
que hoy ya no existe
más que en los recuerdos;
esos que quisieras que se roben
pero, justamente,
señor juez,
nadie se atreve
a  llevarse tanto.