Qué ganas de irme lejos
a lugares donde se sienta,
pero no el frío cortando
como líneas rectas.
Implacables, ellas,
rectando como definiciones
y como tachones que las contradicen
con otras palabras
sobre
palabras
sobre
otras
palabras,
pegándose ente sí
como
fideos pasados presentes.
Servime otro plato
antes de que se le enfríe lo confuso
y se sienta lo incoherente.
Una delicia impalabrable,
y un gracias-de nada
por nada
hacia
la nada.
Siento el lejos.
No siento.
Qué ganas
de irme.
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