miércoles, 29 de febrero de 2012

Culpa y cargo



Y como en el Big Bang, puede ocurrir que de repente algo mínimo (una hormiga que pasa, una hoja que entra por la ventana) desbarajuste todo el universo. Es así como uno se detiene a analizar su supuesto caos del momento, y si empieza a buscar el origen, va haciendo el repaso mental por distintas circunstancias realmente complicadas que se ajustan mucho a lo que probablemente haya generado la sensación  de quiebre, pero elige mirar para otro lado, y de repente la pobre hormiga que pasa, o la hoja que entra por la ventana resultan ser juzgados como los culpables ciertos de tanta daga clavada y tanto final de cuentos. “Realmente esto no es así”, dice nuestro lado lógico… pero la hormiga ya sabe que no tiene escapatoria.

martes, 28 de febrero de 2012

Cuando llovés en mí


Esta permeabilidad a vos, a todo lo que te hace vos, a todo lo que de cerca se parezca o te tenga en esencia, es un estar desnuda frente a todo, y no poder escaparte, porque todo mi mundo te tiene en algo, todo mi mundo también es permeable y te nombra aunque estés tan lejos, en tu ser vos, pero lejos de acá que te nombro pero ya es tarde para que busques deshacer esta ausencia que te nombra, esta ausencia que sos vos y a la que también soy permeable.

domingo, 26 de febrero de 2012

Días



Existen días
soleados,
musicales,
de compenetración total
con los extremos y los puntos medios,
de sonrisas eternas
y caminos claros
en su trayectoria.
Y después están esos días
inexplicables
dónde no hay mucho:
sólo silencios,
sólo quietudes,
pero no de las buenas.
Quietudes oxidadas
y cegueras extremas
a todo lo que no sea
más que la propia consciencia
de lo triste.
Esos días
que, como hoy
son y no pasan.

lunes, 20 de febrero de 2012

Quimera que huye y se encuentra

Monstruos acechando
su quimera interior
que, alternadamente,
se arrincona y huye,
sin defensas
y sin ataques posibles.
Se encoge dentro
de un falso surmenage
y delira y se evade
por otro de esos
laberintos de sí misma.
Hoy salió airosa
de esas guerras eternas,
aunque quizá mañana
no tenga mañana,
cuando se encuentre
dentro de un espejo
que lo refleje todo
tal como es,
y decida abandonar la lucha
al reconocerse, definitivamente,
como parte
y no como enemiga,
de esos,  sus monstruos,
que la acechan.


viernes, 10 de febrero de 2012

Antinomias

"Y después de hacer todo lo que hacen, se levantan, se bañan, entalcan, se perfuman, se peinan, se visten, y así progresivamente van volviendo a ser lo que no son."- Julio Cortázar


Hay un momento
donde ella no derrapa en grises
donde él no cede a sus profundidades,
y donde el mundo parece
querer sentirse quieto
y eterno en su magia.
Puede esto durar largos meses
o el instante en que cabe imaginarlo posible.
Luego todo vuelve a las rutinas
de incertidumbres y detenimientos
donde Mr Zero Risk mira todo desde enfrente
(en su refugio de antídotos
antisismos
antireflex)
para no salpicarse de esos dos
y sus vaivenes.

sábado, 4 de febrero de 2012

Sin título (I)

Esta poesía la escribí hace 15 años. Pasó la vida en el medio, pero evidentemente hay cosas que podrían volverse a escribir de la misma forma...


Tu contraste epilogó la ternura
de tenerte otra vez cercanamente lejos.
Un nuevo lugar te llena los sentidos
de feroces impulsos de ser distinto.
Aún más distinto de lo que fuiste hasta hoy.
No hay carreteras que te devuelvan
un pasado que tu mente no guardó en sus bolsillos.
Y hoy tu vida remonta futuro, y todo es tan veloz
que siento que me pierdo en tus momentos
y que no te importa, ni ésto, ni mil cosas
que quedaron atrás también. Y te persigue
mi mirada y mi risa, tratando de alcanzar
tu locura agridulce de ilusiones vehementes.
Y no puedo. No puedo, ni quiero
encerrar el vuelo de tu corazón en una esquina
porque no serías vos, ni yo querría tus despojos.
Y es tan hiriente y efímero tu regreso
que me río de incredulidad, porque empiezo
a acostumbrarme irremediablemente a tu leve gesto.
Y yo no quise, de verdad que no quise.
Juré con heridas que sabría domar mis recuerdos.
Desandé mi destino para perderte por ahí, en algún lugar.
Y más allá de mi caída estabas de nuevo
sobre tu vida, un escenario armado sólo por vos
en medio de multitudes que deleitan sus placeres
con la melodía luzbelita que emerge de tu sangre.
Y escapo por mil caminos redondos
que concluyen siempre en alguna cosa que te recuerda.
No te quiero cerca ni lejos. Ni siquiera mío o de nadie.
Pero no te vayas lejos del todo.
No te escapes eternamente con tu capricho en los labios
ni con tu espejo rojo artificialmente entero
porque nunca te decidiste a darle libertad de amar.
O de llorar dolores que sepultaste en tu destierro.
Y no olvides que tu perpetua seguridad no te hace inmune
al vaivén de tus pasos. Y ahí está la gracia.
Y ojalá en medio de mi vida tu verdad no parezca
tan árida y vacía como mi presente,
porque permanezco en lo etéreo de tu costumbre
al sentir tu soledad, como simiente de la mía.

Los otros lugares

Acabo de terminar este relato, que surgió de una lluvia de ideas a partir de una conversación que tuve ayer. Y creo que en el fondo, está lleno de no- ficciones. O de realidades paralelas, lo mismo da.

Estaba parada en el medio de la librería cuando le sucedió. También pudo ser mientras hojeaba aquel ejemplar de Cumbres Borrascosas, no lo sé. Quizá no sea importante tampoco. Estaba ahí, donde sea que fuera, cuando de repente le sucedió aquello. No creo que a nadie que conozca le haya ocurrido algo similar, por lo tanto voy a describirlo como ella lo relató: Dice que estaba ahí, parada (no sabemos si con el ejemplar de Cumbres Borrascosas en la mano o no), cuando de repente no estaba más ahí y sí estaba en otro lado. Dice que no sabe si puede describirlo como un lugar, que no había paredes, ni piso, ni cielo, ni un afuera ni un adentro. Quizá fuera un des-lugar que la atravesaba, o quizá estuviera siendo partícipe y turista de todos los territorios al mismo tiempo. No lo sabía. Y el no saber hacía que no comprendiera muy bien qué debía hacer con eso: si irse, si quedarse. Supongo que uno no sabe qué cambiar del universo que está aconteciendo si no puede compararlo con algo conocido o con algo transitado. Sería como decir: “sí, este florero está mal aquí en este sitio porque lo he visto en otro sitio y me gusta más de la otra manera” Pero… cómo saber qué es lo que uno quiere cambiar o dejar como está en el caso de un no- universo que te atraviesa? Igual, ella decidió que lo más lógico sería quedarse quieta a ver si algo pasaba. Esperó el “algo” pero el algo no llegó,  y siguió sin llegar, así que tuvo que quedarse ahí, porque tuvo miedo de que, al moverse, las cosas cambiaran más todavía y, de todas formas, ya  había empezado a acostumbrarse a esa nueva realidad, o no-realidad. Sé por sus cartas que ahí vive todavía, que encontró la forma de pasarla bien incluso, y por lo visto, una forma de escribirme. A veces quisiera saber cómo es allá. A veces quisiera tomar su lugar, y ser yo quien, sin saber cómo volver, me quede feliz del otro lado de un no-universo o de un todo-universal, escribiendo cartas.