viernes, 24 de mayo de 2013

Thriller


Volver de la verdulería y descubrir que te tocó en suerte una papa con forma de corazón podría quedar ahí si fueras una persona normal. Pero no, aunque intentás hacerte pasar por tal, cuando estás por acuchillar al tubérculo en cuestión para freirlo para el almuerzo, te agarra como un estruje acompañado de cierta congoja que te pide clemencia desde algún lugar cero-lógico. Evidentemente tu neurona no se banca tanto simbolismo, asi que por lo pronto te comés una otra-cosa-sin-papa, mientras el mal humor te invade porque un cualquierismo quebró tu voluntad. Después resulta que te sentás a leer lo que te queda de Rayuela a ver si te olvidás del asunto, y caés justo en el capítulo 100 donde Oliveira sueña que acuchilla un pan que llora y se siente mal, muy mal. Podrías llegar a un montón de conclusiones, pero decidís optar por la que indica que esta historia ya le pasó a alguien más, asi que papa de mi vida muy buena tu maniobra distractiva, pero no te creas tan especial; ni siquiera te eligieron para el capítulo 100 de Rayuela. Esta noche te espero en el plato a las 10, aunque tu asesinato me persiga en sueños por toda la eternidad.  


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