martes, 28 de mayo de 2013

Sin ganas de un título





     Y sí, al final es lo mismo que te quedes quieto, o caminando en una eternidad sin rumbo, o te vayas tan lejos que te termine pisando un camión que carga avestruces perdidos. Siempre estás ahí, aunque llegues a algún otro lado; tu dedo índice se enciende como una mira telescópica láser que te grita “game over!” en el centro de tus culpas y tus grises.   
     Y del otro lado de ese fuego estás harto de no ser de los que se divierten en el carnaval diario, de los “rayos y centellas, Batman” que te muelen la burbuja y la llenan de nadas demasiado reales, de tu pulso antiguo de una era algozoica que te lleva por el mar del tiempo pero siendo la misma conciencia, el mismo lobo estepario trasvasando cuerpos in aeternum.
     Y qué giro puede tener la vida, decime, si estás ahí ahora haciendo este análisis en medio de la ruta, esperando que pase el camión con avestruces y que todo parezca un accidente. 


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