Por
allá los días en que sonrío huelen a
pasto y a chocolate, a caramelo y a otoño sin frío, a frutillas, duraznos y
sandía de tarde. El olor a tiempo en cambio tiene algo de moho, de dinosaurio y
de museo; de casa de antigüedades sin gente y de fotos de 1980. Lo que duele
huele a sangre fresca, a vino picado y a nube densa; la distancia huele a piel
fría y a viento. Y lo que te marca y perdura
huele a teatros antes de que entre la gente, a esos colores que
sinestésicamente se espiralan en perfumes, al otro humo mojado en cerveza y al
día después de vos en mis sábanas.
jueves, 30 de mayo de 2013
martes, 28 de mayo de 2013
Sin ganas de un título
Y sí, al final es lo mismo que te quedes
quieto, o caminando en una eternidad sin rumbo, o te vayas tan lejos que te termine
pisando un camión que carga avestruces perdidos. Siempre estás ahí, aunque
llegues a algún otro lado; tu dedo índice se enciende como una mira telescópica
láser que te grita “game over!” en el centro de tus culpas y tus grises.
Y del otro lado de ese fuego estás harto de
no ser de los que se divierten en el carnaval diario, de los “rayos y centellas, Batman” que te muelen la burbuja y la llenan de nadas demasiado reales, de tu
pulso antiguo de una era algozoica que te lleva por el mar del tiempo pero
siendo la misma conciencia, el mismo lobo estepario trasvasando cuerpos in
aeternum.
Y qué giro puede tener la vida, decime,
si estás ahí ahora haciendo este análisis en medio de la ruta, esperando que
pase el camión con avestruces y que todo parezca un accidente.
Agradecimientos.exe
Dedico
este Oscar a los lugares comunes, al miedo que paraliza el accionar ajeno y
propio y se hace monstruo que me traga sin masticar. Lo dedico a esa pared que
al subirla nunca tiene escaleras para bajar a ver qué hay detrás, al cielo de
los otros que no es mi cielo. A los que hablan a escondidas riendo mientras
miro y todo es gris, al día soleado por ser tan previsible empezando con
amaneceres y terminando con ocasos. Dedico este premio a la desilusión que es
un aviso previo al dolor, al dolor de siempre, al de entonces y al de mañana
porque sé que todavía va a estar ahí cuando me levante. Y sobre todo se lo
dedico a ese tedio absoluto y cansado, que cuando te abraza te crece y te
demuestra que hasta lo que sos y te salva cuando todo cae, puede darte la
espalda y ser lo mismo, ser más de lo que te apila entre los formularios por
triplicado que duermen en una oficina esperando ser encarpetados en las amnesias
del tiempo.
viernes, 24 de mayo de 2013
-1000 metros
Cayendo
cayendo
cayendo
y
cayendo.
Uno no puede aferrarse a nada
cuando alrededor
las paredes están tan lejos
inconteniéndote.
Thriller
Volver de la verdulería y descubrir que te tocó en suerte una papa con forma de corazón podría quedar ahí si fueras una persona normal. Pero no, aunque intentás hacerte pasar por tal, cuando estás por acuchillar al tubérculo en cuestión para freirlo para el almuerzo, te agarra como un estruje acompañado de cierta congoja que te pide clemencia desde algún lugar cero-lógico. Evidentemente tu neurona no se banca tanto simbolismo, asi que por lo pronto te comés una otra-cosa-sin-papa, mientras el mal humor te invade porque un cualquierismo quebró tu voluntad. Después resulta que te sentás a leer lo que te queda de Rayuela a ver si te olvidás del asunto, y caés justo en el capítulo 100 donde Oliveira sueña que acuchilla un pan que llora y se siente mal, muy mal. Podrías llegar a un montón de conclusiones, pero decidís optar por la que indica que esta historia ya le pasó a alguien más, asi que papa de mi vida muy buena tu maniobra distractiva, pero no te creas tan especial; ni siquiera te eligieron para el capítulo 100 de Rayuela. Esta noche te espero en el plato a las 10, aunque tu asesinato me persiga en sueños por toda la eternidad.
miércoles, 15 de mayo de 2013
[Relato LibrosVeo] Dos que sobran
Estaban ahí, como sobrando en el mundo.
Los veo trepados a su sombra proyectada sobre las hamacas. En los ojos llevaban
un cuento al que le crecían mandrágoras que nadie sabía descifrar. En sus
relojes rebalsaba el desvelo de las noches y les corrían hebras de tiempo
apuradas, frenéticas, por las venas de lo que no vendrá. De todas formas eso no
importaba (aseguraban sus ellos de entonces) porque sabían que el secreto de
reírse no era escapar a los finales, sino huirle a las historias de otros
libros.
Calditalismo
Algunas voces
diseccionan el mundo
y hablan en su nombre
mientras lo cocinan en el patio de atrás
en caldos excluyentes y exclusivos
que se sirven en los platos de siempre.
Hay olor
a que algo podrido
se quema.
viernes, 10 de mayo de 2013
Neverland
¿Cómo
terminan las cosas
que
nunca empezaron,
que
no tienen carteles de acontecimiento
haciendo
que un octubre
sea
igual a otro octubre-cualquier-octubre?
Que al
no ser fecha cierta no tienen comprado el
derecho
de
ser referente de nuevos recuerdos,
ni
de poner en perspectiva a los viejos
aunque
sumen, siempre sumen,
mientras
el tiempo se las come y les resta peso en la balanza
haciendo
que surja ese viejo perfume a moho
que comienzan
a tener las memorias
cuando
alguien ya no las saca del ropero
para
usarlas en las tardes de lluvia,
cuando
se pone en la mesa todo lo extrañable
y se
juega con eso a las cartas
aunque
sea al solitario.
Entonces surge un gesto cualquiera,
estocada
final sin forma,
que
pone todo en inevitable
haciendo
que el paso 10, ponele,
ese
que nunca existió
porque
nunca hubo un 1 de largada,
de
botón de inicio,
de
repente sea 9 y hacia atrás,
hasta
disolverse en hebras
hasta
desdecirse en nadas
que
nadie va a recordar
porque
nadie recuerda
lo
que nunca empezó.
The deep down
Toboganes
para un estado de ánimo
que sube con ritmo de escalera después del piso 5,
y
desciende así, rápido como te lo cuento
hasta allá abajo, más abajo del
bajando,
hacia el fondo a la derecha.
Un silencio se asoma a ver qué lo
despertó
y sos vos, pero no te acepta las disculpas.
Está oscuro ahí en el
pozo,
qué inconveniente resulta justo ahora
que se te cayó el corazón
cuando
dejaste abierta la puerta
y hay que
buscarlo a tientas en el suelo
antes de que alguien lo aplaste,
pero esta vez
fuera de vos.
Negaciones innegociables
Una canilla goteando noes:
no- plac, no-plac
no- plac, no-plac
y mi cabeza torturada
bajo ese golpeteo contínuo
de monosílabos que machacan
su porfía, su hambre
de mente ultrajada
pensamiento violado
por la autodestrucción paulatina
que se paga en cuotas
negativas y sin níngún
tipo de interés.
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