lunes, 17 de diciembre de 2012

Ecos del ojalá



Quedate así un minuto
antes de convertirte en el misterio
de ser otro, mañana.
Prolonguemos estos instantes
en muchos, en ecos del momento inicial
en el que fuimos así de verdaderos y felices,
aunque mañana
llegue y con él
el enigma
y vos y yo en suspenso
y ojalá en caída
hacia más adentro
hacia más
nosotros.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Tres que soy yo




Mientras recito trabalenguas
que trabanalmas,
mis tres tristes tigres
me llenan de inquietudes
mentales
espirituales
intra/extracorpóreas,
y terminan haciéndome invitada de honor
en un gran banquete de contradicciones
donde esa tríada salvaje
se devora a sí misma.

martes, 4 de diciembre de 2012

Cuando no me escucho



A veces era  como  una campana o como un timbre, con aires de despertador o alarma de auto. O era ruido sordo;  también voz cuyo control de volumen la llevaba al susurro pequeño y anidado en la garganta. 
A veces era música vinosa y borderline, en épocas donde todo tenía esa manera de ir hacia ella.  Y estaban esas otras veces donde callaba y a veces vibraba, sólo se remitía a hacer eso durante largas temporadas, sobre todo en las que los sonidos del exterior dolían en ecos y no la dejaban encontrar su propio crepitar.

domingo, 2 de diciembre de 2012

A lo Murphy (2)








Y mientras ella decidía
qué vestido usar
para ser la posta final
de su mirada,
él decidía
qué traje le lucía mejor
para irse tan lejos como
nunca había estado.

A lo Murphy (1)




El problema de haberlo tenido casi todo
es eso:
saber que el todo
existe
aunque cuando viene
yo voy.

martes, 27 de noviembre de 2012

Herencias (o de lo que dejan quienes se van)




Manuel miró el reloj por última vez  antes de salir.  Se le había hecho tarde y no sabía si a esta hora aún pasaban colectivos, pero iba a intentar esperar el 103, que era el que lo aproximaba más a la sala velatoria. “Tendría que tener un auto”, se dijo 10 minutos después cuando comprobó que el ómnibus aparentemente nunca llegaría, pero sabía que era sólo la ansiedad de la espera lo que le motivaba la frase. No estaba en sus planes comprarse un auto, ni una casa, ni siquiera un saco nuevo. Sus últimos años (y las 18000 últimas circunstancias de ese tiempo) lo habían conducido por un camino desapegado de lo material; en realidad, desapegado de todo. Incluso la muerte de su abuela  no le había generado mucha conmoción, tal vez sólo una sensación de vacío un tanto superior a la habitual. A veces se preguntaba cómo era que ese vacío podía sentirse tan presente y pesado;  cómo podía no dejar de llenarse de justificaciones, agrandándose algunas veces como si tuviera vida y voluntad propia de sobrevivir a su lucha por quebrarlo.
Justo en este punto su mente percibió el cartel del colectivo acercándose, así que volvió de sus abstracciones y recontó las monedas que tenía en la mano, aunque ya sabía que sumaban $3.75. Hasta eso era previsible, casi como su propia vida últimamente. En ocasiones fantaseaba con la idea de encontrar una moneda más, o una menos para tener que pensar en que el universo juega con nosotros a veces. Pero no, esta vez no había juegos y las monedas, como el viaje subsiguiente, fueron sin sorpresas. Bajó por atrás aunque la poca concurrencia de viajeros le indicaba que hubiera dado igual bajar por adelante, pero no tenía ganas hoy de desafiar esa regla. A veces sí lo hacía, en especial cuando el colectivo estaba completamente lleno, sólo por el placer de hacer sentir su presencia a todos los que iba empujando con fingida prisa por llegar a la próxima parada, mientras el cartel de “descienda por atrás” pegado sobre la ventanilla del costado parecía saltarle a la cara en rojo furioso. Sí, se dijo, su forma de obtener placer de las circunstancias era bastante extraña últimamente.
Llegó a la cochería y buscó la sala 2, donde encontró a su madre y padre, cuyos rostros ya denotaban los días de cansancio y de vigilia al lado de ese ser que no decidía si quedarse o irse, hasta que finalmente marchó. Ahí se enteró de la noticia, que le susurraron casi con vergüenza, ya que el decoro, las buenas costumbres y el protocolo de la muerte dicen en su artículo 25 que hablar de la herencia de los difuntos es un tema tabú cuando todavía  el fallecido sigue ahí, adelante, casi escuchando. Al parecer la abuela Martha tenía millones escondidos en algún sitio de su vivienda- le dijo su padre- aunque nadie sabía dónde los había guardado. Es así como siendo él a quien no le tocaba ni la misión de recibir a los pesantes, ni la de consolar y servir café constantemente a la tía Margarita, debía encargarse de ir a encontrar dónde estaba la fortuna que la anciana había escondido.
Así que ahí fue él,  en medio de la noche, a tomar otro colectivo hacia el sitio señalado (en el camino pensó en las mismas cosas que en el viaje anterior), casi entusiasmado  más por la aventura que por el  dinero mismo que fuera a encontrar, ya que ni la idea de los millones lo motivaba a replantear su eterno desapego, pero aceptaba de buena gana toda experiencia que lo sacara de esa apatía habitual que lo acompañaba.
Al llegar incursionó primero en lugares donde cualquiera hubiera buscado, y después fue tratando de trazar el perfil psicológico de la anciana, identificarse con sus rutinas y formas de actuar para adivinar dónde podría estar la dichosa fortuna. Tampoco tuvo éxito bajo este método, y rendido por el cansancio, al cabo de unas horas abandonó la pesquisa y se echó a dormir en la cama de su abuela.
Al día siguiente decidió que no iba a rendirse, que esto sería un desafío de pensar en detalles, y exploró todo sitio de la casa como si fuera una hormiga que tuviera que recorrer nuevos territorios para encontrar comida en Júpiter. El problema de esta nueva forma de búsqueda consistía en que la vivienda era inmensa, y con el paso de los días le comenzó a parecer particularmente más grande e intrincada de lo que había percibido durante los 35 años en que había visitado a la anciana en vida.
Sus padres comenzaron a llamar, primero para saber si estaba teniendo algún tipo de éxito en la misión, y luego preocupados por  su salud, ya que su madre presumía que ni siquiera se estaba alimentando, absorto como estaba en la investigación.  Primero los atendía con diplomacia (su madre tenía razón; pasaba cada vez horas más largas sin probar bocado, dormir o tomar agua) y  luego ni siquiera se ocupó de ocultar sus malos modales a la hora de contestar. En las últimas llamadas le habían comunicado que necesitaban planificar la mudanza de los muebles para poner la mansión en venta, que se resignara en cuanto a la búsqueda del dinero así como ellos ya lo habían hecho hacía varias semanas, pero él les había respondido que aún no podía irse. Cuando su madre le suplicó llorando que dejara la casa, y su padre amenazó con ir a romper la puerta para sacarlo de ahí, Manuel dejó de atender el teléfono, ya que consideraba que los minutos que pasaba escuchándolos bien podrían significarle un nuevo mueble o rincón explorado hasta el hartazgo.
Se cumplió un mes y seguía allí. El cansancio comenzó a hacerse sentir en su cuerpo y por primera vez dudó de si en algún momento la misión tendría buenos resultados, pero era mejor estar cansado a sentir el vacío de siempre, así que siguió adelante. Ese martes decidió entrar por una puerta que antes no había advertido y notó al atravesarla que estaba en una parte de la casa que no creyó reconocer. Incluso en ese nuevo tramo empezaron a aparecer más puertas que llevaban a nuevas habitaciones llenas de otras tantas puertas.  Manuel se sintió más frustrado que nunca, porque notó que iba a ser imposible examinar cada nuevo rincón que iba descubriendo, pero cierta compulsión lo guiaba obsesivamente a seguir explorando cada sector, que a pesar de que se le antojaba casi igual al previamente descubierto, siempre era nuevo.
En cierto momento el agotamiento fue demasiado, y decidió que ya era suficiente, que quizá debía parar y deshacer el camino, pero no pudo hacerlo. No sabía cómo había llegado a introducirse tanto en la mansión, pero ahora todo era un gran laberinto del cual él no tenía idea de cómo salir, porque todas las puertas y todas las paredes eran la misma pared y puerta multiplicadas en una secuencia sin fin. Intentó tomarlo con calma y probar de buscar la salida, pero en vez de ir hacia atrás le pareció que cada paso en reversa lo llevaba a perderse aún más en el interior de la casa, ya que no podía descubrir huella o rastro suyo que le diera alguna pauta de haber estado ahí minutos antes, o no.
En esa búsqueda frenética de señales, se encontró yendo, viniendo, probando y volviendo, y al dar un giro hacia la derecha se topó con la inesperadísima presencia de su abuela, que, sentada en una silla con la caja llena del famoso dinero, comenzó a hacerle gestos para que se acerque. Manuel sintió que la sangre se le congelaba y le ardía a la vez, que lo recorría perdida, urgente y temblorosa tal como él se estaba sintiendo en esta historia.  Concluyendo que todo esto no podía ser real, intentó una vez más volver atrás con desesperación, pero ya no existía atrás ni adelante, adentro ni afuera, sólo esa sensación de vacío que lo había acompañado siempre hasta en los momentos más extraños, y que ahora había resurgido más viva que nunca; incluso parecía reírsele en la cara y hasta tener dientes que comenzaron a devorarlo todo, a masticar paredes, a confundirse con ellas, hasta que de repente el vacío fijó sus ojos huecos en él, y supo que también sería devorado y no tenía salida entre tantas  paredes infinitas llenas de puertas infinitas. 
La policía lo encontró al día siguiente, muerto de hambre y sed, enroscado en posición fetal en un rincón de la sala de espejos de la casa, que representó luego el sector favorito para atraer a posibles compradores (ignorantes de este triste final). Esta mansión era la única del barrio que poseía esta particularidad en la construcción, aunque la anciana había mencionado esto en vida sólo a pocas personas, para evitar las visitas inesperadas de turistas y curiosos. Atrás de uno de esos espejos,  los detectives que investigaron la escena  hallaron una caja fuerte con el dinero.
Dicen los nuevos dueños (que conocían a la abuela desde su juventud), que a ella le gustaba jugar a construir laberintos con hermosas piezas de dominó de nácar, y que aún se siente su presencia en la casa, sobre todo cuando alguna puerta se abre o se cierra. También recuerdan a  Manuel, el único nieto de Martha, y coinciden en que su inexplicable muerte dejó atrás un grandísimo y profundo vacío que se siente casi humano y palpable en cada hogar de quienes lo llegaron a conocer bien.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Autoturistas





"...¿Cuándo fue la última vez que te perdiste? No en esta calle o en este trabajo o con este proyecto compartido. Perderse, dejándose llevar por ese acontecimiento imprevisible, dejándolo ser. El mundo está repleto de carteles y señales. El mundo está lleno de héroes que te proponen un formato industrial del ser uno mismo y una carrera exitosa basada en el afianzamiento de lo que sos. No importa qué sos, sino abroquelarte en lo tuyo, o en los tuyos, y sobre todo erigir los muros que hacen del otro y de lo otro algo invisible. Por eso perderse, como quien pasea sin rumbo, o habla con una tortuga, o le pide perdón a un helado por comérselo. Como quien se baja del colectivo para caminar por esas calles extrañas, como quien encuentra una mirada que lo devuelve para adentro y cae en el abismo..." 
Darío Sztajnszrajber


Viajarnos
es la única forma
de dejar de llenar las valijas
con kilos y kilos
de no encontrar
los pedazos de mundo
que somos.




sábado, 10 de noviembre de 2012

Censurado al singular





¿Quién detendrá los miedos que se disparan
sobre avenidas paralelas
mientras me llevan atada
ahorcada
y cabalgando repeticiones?
¿Dónde estaré
cuando, al fin, se detengan?
¿Qué quedará entonces
de lo que fui
antes de ese después?
Tal vez no encuentre la forma
de ser la nueva yo misma
y quede atrapada
en fotos y cajitas de recuerdos
que se renuevan en ecos.
O, quizá el otro lado:
despertar al fin
a la verdad
hecha a medida
donde haya aprendido el adelante
corriendo más rápido
que las excusas,
y que el tiempo cuadrado de los relojes.
Ahí, entonces.
el alrededor quizá tenga gusto
a todas las intensidades
a jardines sin bordes
y a milagros amasados
por mi propia magia.  

domingo, 4 de noviembre de 2012

El más allá del más acá





Últimamente muchos tienden a iniciar
un proceso trascendental hacia el algo más
terminando invariablemente
en una especie de triángulo de las Bermudas
donde (según dicen las teorías),
no existen formas de retorno
o,
quizá
en el punto del allá adelante se esté tan bien
tan a gusto con uno-mismo-uno-todos
que no den ganas de venir a avivar gente
que llene el otro lado de vamos de vacaciones
o de pongamos un puestito de venta de algo
para aprovechar la oportunidad.
Igual me gustaría saber
qué hay en el otro extremo
de la mística (y mítica) bandera 
de llegada procesal
que enarbolan tantos viajeros,
porque de este lado
como que no hay muchos misterios
y ya ni los arcoiris ni los ovnis
tienden a querer venir de visita
a que les inventen historias
para entretener a los que se quedan.

viernes, 5 de octubre de 2012

Vidas en línea




Ciertas situaciones
tienen como una forma
de no salirse de ninguna línea.
Quizá tenga una cierta ventaja
al ser muy larga, e ir y venir
(indecisa  ella), 
dando tantas vueltas
dibujándose por muchos lados
aún donde no parece.
Y esto, con el tiempo, sería una forma
sutil y disimulada
de envolver el todo
donde usted díría:
“pero mirá vos, y eso que era una sola raya”
hasta que la mencionada se cruza consigo misma
en un punto de esos complicados
formando como un nudo
en donde el tiempo se detiene en el enredo.
Entonces es el momento de elegir
si quedarse a desatarlo
envolviéndose más y más
en la maraña de la cuestión
o también puede optar
así, sin más, por mudarse de trazo
en busca de otras líneas
de las que alardean derecheces,
bien rectas y sin tantas ganas
de introspecciones y rulos.
No sé que elegirá usted,
pero yo, al menos,
le voy pidiendo al mozo la cuenta
mientras afilo la tijera

y el adiós.

Epidemias postmodernas





Dicen que la intermitencia
tiene como un don de contrastes;
aunque si yo debo opinar,
diría que
sólo es un bicho
que salió de la caja de Pandora
y se hizo plaga
por acá cerca.

martes, 25 de septiembre de 2012

Mi experiencia con la fe






No
en mi caso
la fe no mueve montañas;
ni siquiera una piedrita
de esas con las que suelo tropezarme
cuando camino distraída.
En mi caso
la fe
tiene como una forma
de tirarse bajo un árbol
a ver qué pasa,
y no hay quien le diga
que se levante
o que haga eso
de convertir agua en vino.
No, señores,
en mi caso
la fe
sólo me mira,
se ríe,
bosteza
y espera
(con fe)
a que me desaparezcan
las ganas de evocarla.

sábado, 22 de septiembre de 2012

Primaveras 1 a)




1 a) La primavera no llega hasta que sentís que el perfume del alrededor parece haberse convocado en tus ojos y te habla. Entonces la piel anhela eso que te rodea  y aprovechás y decís:
-         Hey, mundo! Quiero que esto que está afuera me entre un poco y que de tan profundo no se sepa qué soy yo y qué es el resto.
-        Así sea- dice Algo y se mete en vos que ahora sos todo y tu perfume es fresia y frutilla en colores amarillorojoverdeazulados, viajando en vientos que recorren a otros seres que suspiran por un poco del mismo afuera, y que están a esto de hablarle a Miss Springtime para ver cómo hacen para engullirse lo externo, o mejor dicho para zambullirse hacia lo interno de esa magia, y así  todo se hace círculo que vuelve al punto 1 a), justificando por qué esta estación tiene aroma y gusto a tanto y a muchos que se abren como si fueran flores-frutas y demás cosas maravillosas que son eternas hasta diciembre.



lunes, 10 de septiembre de 2012

Enruedada




Recuerdo cuando trepé a esta rueda
y me viajé lejos los impulsos 
subida a su redondez de círculo que siempre está yendo.
Eso mismo, tal vez, marcó la hora del descenso
eso de estar andando, siempre
sin detenerse
triunfante viaje de adrenalinas y novedades
cosa que estuvo bien mientras iba adentro
pero
(pero)
una vez que me incliné ya no fue gracioso
el esfuerzo por sostenerme para no quedar perdida
en agún lugar remoto, en el pasto del costado.
Ese es el problema con las ruedas que siempre están girando:
usted puede sentirse fantástica
cuando está viajando
mientras se alinea con las primaveras,
pero
(pero)
al correrse un poquito ningún talismán
en contra ni a favor
la va a salvar de no ser cosa que cae
que no gira que no es círculo
y que queda ahí, a la vera de los caminos
siendo pasado.

miércoles, 29 de agosto de 2012

It (II)


Dónde es el allá
ese al que me mandan
cada vez que pregunto por lo que estaba
y no hallo presente ahora?
Creo que si doblo a la derecha
voy a sentir el casi de encontrarlo
el peso
del aire
que lo vio surcando
haciéndose distancia
que se hace más en cada paso.
O tal vez
si ataco por la izquierda
aborde su sorpresa
atajando lo huidizo
de su alejarse,
de cosa que marcha
de cosa que no sé qué era
esencialmente
pero que siento que estuvo
y que se me cayó por ahí
en un sin darme cuenta  
en algún sitio
donde va lo que uno no sabe
definir con precisión de retrato
pero que por alguna razón
hace llorar denodadamente
a quien espera el regreso
de lo que por esas cosas de la vida
no está acá
siendo lo que fue antes de partir.

lunes, 20 de agosto de 2012

It (I)



Espero algo
con forma de quién sabe qué.
Tengo ese estado
de alerta permanente,
de vigías sin descanso
de puestos internos
sin delegar.
No puedo parar
de pensar
en eso
que acecha
no siendo.
Entonces deduzco  
que lo único por hacer
mientras,
es  desear que en cualquier momento
(más bien pronto)
algo grande
milagroso
extraño
o terrible
suceda al fin
venciendo el goteo incesante
de la incertidumbre
antes de que me internen
por excesivo consumo
de neuronas
y de esperanoisis 500 mg.

sábado, 21 de julio de 2012

El otro laberinto de Ariadna



Porque me escucho, pedirlo, a la distancia
y las respuestas llegan, y no se sienten dulces
ni amargas, sólo están ahí, siendo ellas
haciendo lo que se les dijo ser.
Y estar cerca es como estar lejos
pero viendo la distancia
más como al lado.
Porque estoy en el laberinto
al que entré, sin darme cuenta
por subterráneos;
y lo peor de todo no es eso,
lo peor
es que en vez de cavar
hacia fuera,
día a día
pala en mano
tapo, convencida, un poquito más
cada posible salida
hacia
los lados
lógicos
sanos
y buenos
donde sé debería encontrarme hoy,
mientras el Minotauro me susurra
que mejor me quede acá
donde tengo todo
lo que vine a buscar:
un rinconcito donde ese ovillo
no sirve para irse, sino para tejer incoherencias;
una utopía que ilumina en la noche,
y una pala
que funciona al revés.

martes, 10 de julio de 2012

Cuestionando(me)




Siendo que las cosas se van
se fueron
o se están yendo siempre,
creo que habría que investigar(me)
por qué en vez de escribir
tanto poema 
no busco hilo y aguja
para remendar(me)
los puntos de fuga
por donde el mundo
(me)
dice
chau.

domingo, 1 de julio de 2012

Is there anybody out there?



Quiero cerca muy cerca a quien me entregue
sus manos abiertas y la profundidad de sus mares
(aguas no siempre cálidas
ni calmas
ni transitables);
que quiera verse en mis espejos
y me llene el reflejo de matices
en que los que yo también me encuentre.
Que pueda acercarme a desentrañar los mundos
a sacarle sus envoltorios,
como caramelos que se abren y se saborean
empapándonos, mientras
del sabor de todos sus costados.
Quiero que no se llene de ruido
cuando mi mirada le canta verdades
al desnudo y sin ediciones;
que no tema soportar el peso
y el diámetro del nosotros.
Que lea cuentos que no necesiten caer
en finales de música de piano y perdices,
pero que sepa que igual está lleno de ganas
el camino hacia los sueños de estar cerca.
Quiero que se involucre
en el plan de abrirle un sí a lo que venga
que se ría de sus monstruos y sus laberintos
desconfiando de las seguridades
falsamente propuestas por la monotonía
de saberse (y sabernos) de memoria.
Que prefiera, en cambio, elegirnos con cada mañana
y exprimirle el todo a los momentos
teniendo la certeza inexplicable
de que el día siguiente
a dormirnos enlazados,
será una nueva
(y grata) oportunidad,
para sacarnos el premio mayor
de empezarnos todo de nuevo.

sábado, 23 de junio de 2012

Yo alas



Es así como las cosas pasan
y son, siendo
entre locuras de cuerdos
y cuerdas que atan a locos
y los hacen parametrizarse
entre las paredes de la normalidad.
Así, yo transcurro, siéndome
en este yo país de carne y hueso con nombre
que es lo mismo que ser yo número
yo código de barras
yo todos.
Así soy, entonces
sólo cuando me guardo en mi propio paréntesis
dentro del mundo paréntesis
que termina siendo un espacio tan pequeño
que al final tampoco
me permite ser yo
porque mis alas
no caben
y además
si las abro quizás
vengan los cuerdos
con sus cuerdas
y me aten las plumas una a una
para que no me haga la que sé quién soy.

martes, 19 de junio de 2012

Los perros y las tumbas





Este es un día de esos
donde todo el tiempo debo repasar
a conciencia,
renglón por renglón, leyendo
hasta la letra pequeña que nadie lee
esas razones por las cuales hoy comprendo
el por qué no estás acá, y hasta puedo entender
por qué es mejor que no estés.
Por eso, cuando me miro,
y descubro que una parte de mí sigue ahí,
desobedeciendo mis conclusiones
tan empeñosamente trabajadas,
de una forma casi suicida, necia,
casi escalofriante, sin atender adioses,
siento que soy un poco como esos perros
que muertos sus dueños, se quedan junto a sus tumbas
esperando por retornos inútiles
(aunque dentro suyo lo sepan, eh).
Yo sé que en el fondo también los perros
sienten, sentimos,
que nada tiene sentido, pero a la vez
una parte de nosotros nos hará morir ahí,
apegados a lo frío y mustio de las cenizas
porque un por las dudas alcanza
para justificar lo que nos sigue atando a lo insano.

jueves, 7 de junio de 2012

Nada bien



Escalo este estado de ánimo
este humor ácido y desmitificante
que me persigue por debajo y por los costados
me subo a una ola que trae calesitas
porque pasa justo
por adelante
aunque da una vuelta
y me deja otra vez donde estaba estando
entonces me siento a esperar
que pasen los huracanes
porque desde que el paréntesis se abrió
y se cerró
(y eso está bien),
no puedo volver a encontrar la tecla
o el trazo
del punto y aparte,
y ESO sí
que no está
nada bien.