Cuando no me escucho
A veces era como una campana o como un timbre, con aires de
despertador o alarma de auto. O era ruido sordo; también voz cuyo control de volumen la
llevaba al susurro pequeño y anidado en la garganta.
A veces era música vinosa
y borderline, en épocas donde todo tenía esa manera de ir hacia ella. Y estaban esas otras veces donde callaba y a
veces vibraba, sólo se remitía a hacer eso durante largas temporadas, sobre
todo en las que los sonidos del exterior dolían en ecos y no la dejaban
encontrar su propio crepitar.
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