martes, 4 de diciembre de 2012

Cuando no me escucho



A veces era  como  una campana o como un timbre, con aires de despertador o alarma de auto. O era ruido sordo;  también voz cuyo control de volumen la llevaba al susurro pequeño y anidado en la garganta. 
A veces era música vinosa y borderline, en épocas donde todo tenía esa manera de ir hacia ella.  Y estaban esas otras veces donde callaba y a veces vibraba, sólo se remitía a hacer eso durante largas temporadas, sobre todo en las que los sonidos del exterior dolían en ecos y no la dejaban encontrar su propio crepitar.

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