domingo, 22 de septiembre de 2013

Siete pecados (3): IRA



Y mientras nuestra sangre escupe fuegos envenenados, exponiendo la carne sobre asadores que queman las cicatrices por fuera y las rellenan con gritos salados que las queman por dentro también; y pide muertos para vengar nuestra furia, comiéndonos crudos a los hijos de los hijos de los hijos de los que nos han hinchado los ojos con babas de ácido; malditos sátrapas del dolor que sonríen ante nuestra caída invalidante de la que no nos levantamos a la 1 (ellos ríen) no nos levantamos a las 2 (ellos gozan) y no nos levantamos nunca (ellos tienen multiorgasmos), nuestro yo social se peina con raya al medio y pide al mozo otro café. Sí, con dos de valium y una cucharadita para revolver, o re-vol-vernos como si pudiéramos desensillar en una taza y echarnos ahí a ser otros mientras el alma que nos puebla hoy se ve tan parecida, tan espejo de ese caldo negro que gira y gira sin parar dentro de porcelanas chinas impersonales, imperturbables. 

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