Algo fuerte, definitivo
y tajante,
como todo vino, hirviéndonos
la boca.
El vacío, sin descremarnos
la memoria.
Sin pausas, el horror
y su desgarro.
La luz desnuda, taladrando
todo en seco.
Arrojadas, como dados,
las verdades.
Derechas, hasta el choque,
las esquinas.
Y sin nueva oración, mi párrafo
y su punto.
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