Todo trae un desorden,
y su incomodidad
inherente,
se trepa cual catatrepa
en tu última gota
del vaso.
Mirar hacia adentro
no te devuelve menos caos.
A veces, sólo desde las terrazas
de los edificios y de la gente,
se pueden mandar a las catatrepas
a catatrepar lejos.
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