Y
la gente hace de cuenta
pero
se mueven en distancias,
con
un ojo en el altar,
y otro
en la tumba,
lugares
que no te salvan
porque
no son tuyos.
Ambas
son piedras frías y quietas,
que
algún otro inventó
para
decirte que así es el amor autorizado
y que
esta es tu habitación para la muerte.
Mientras,
la propia piedra, existe
para
no darle el gusto a nadie
aunque
eso implique escapar
siempre
escapar
siempre
escapar, pero mejor hacia adentro
donde la cantera propia, espera
que
tengas el valor de cincel, o de bomba
para
reventar el centro, y rearmarlo
palabra
por
palabra.
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