miércoles, 3 de junio de 2015

Anónimos en vuelo



La muerte  como imán inevitable,
como una bola de chicle en el pozo,
pegada en vos y en todos los otros,
que justo pasaban. Tu única culpa
fue la casualidad y la intersección
con el camino del monstruo.
 Muerte que canta quintina
tachando todos tus números,
paredes oscuras, lo injusto
creando carne en los que manejan
la desmemoria y sus leyes.
No cabe tanto ojalá en quien te extraña,
ni el cansancio en las plegarias latentes,
acunadas por sus aurículas.
No cabe mi asco en el sonido del nombre
de quien te desarmó como puzzle en reversa,
mientras desde el piso, tu alma en migas, vuela
donde nadie hiere, ni puede olvidarse
que hay una luz menos entre tanta mugre,
y una deuda más, en aquellos otros planos.

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