Siento
que cuando abro la heladera, el frasco de mayonesa me está esperando. Es como
si en su transcurrir de cosa, en su vida de objeto (repleta de pensamientos que
se plasman en sabores diversos según triunfe la idea-huevo, la del aceite o del limón), yo fuera un algo
extraño que se asoma de vez en cuando a darle otra perspectiva a su existencia
pre-fecha de vencimiento. Siento que soy su momento esperado del día, su lado B
de las cosas. Vengo desde lugares inciertos a anunciar que hay un mundo
diferente detrás de esa puerta, con brillantes colores que se muestran
pero que se van cuando yo me voy. Soy la luz al final del túnel para ese
frasco. Soy su amanecer, la verdad a temperatura ambiente. Soy su Dios.
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