En un mundo paralelo, la
irrealidad son los otros. El azul es blanco y el sol sale por donde quiere, si
quiere. Ahí, todo funciona y el lado gris hace temblar a los que lo habitan y
pone al sitio en estado de sitio hasta que otra vez las mandrágoras anuncian
con sus aullidos que el peligro terminó. Allí, en el mundo paralelo a este,
todos brillan con luz cálida cuando se enciende la alegría ajena, y el espejo
se siente más cómodo cuando nadie lo mira.
Es siempre fiesta el mundo paralelo, es siempre banderines de llegada
para todos.
Pero es un mundo paralelo.
Las paralelas no se cruzan.
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