Me hiciste poema hace casi 38 años
y yo pasé la mayoría de ellos evitando la podredumbre
de los ojos velados por la lámina ajena,
sin distorsión, como hubieras querido,
aunque aquella vez, cuando pregunté por mamá y los muebles
callaste, y me ofreciste por toda respuesta un pan con
mermelada.
Hoy yo pregunto también por tu ausencia
pero las tumbas, impotentes, no saben cocinar dulce en
cacerola
ni extender una mano con el pan tibio del consuelo.
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