Qué buen dios
el que puso a la escritura
como mecanismo
para que abusen de él
los tristes. Los que en domingos
nos sentamos a olvidar
y no lo logramos.
Es entonces que un papel,
birome y una mano
comienzan a enletrar el mundo,
transmutando todo
en aspirinas que te calman
por un rato. Y el domingo
sigue siendo domingo
ahí afuera, pero al menos
lograste dejar de pensar
en los otros, quienes buscan
y siempre encuentran a sus alter-otros
mientras que a vos dios,
ese buen dios,
te dejó a solas con tu domingo
pero con mucho
mucho
papel, birome
y una mano,
sólo
una.