No
en mi caso
la fe no mueve montañas;
ni siquiera una piedrita
de esas con las que suelo
tropezarme
cuando camino distraída.
En mi caso
la fe
tiene como una forma
de tirarse bajo un árbol
a ver qué pasa,
y no hay quien le diga
que se levante
o que haga eso
de convertir agua en vino.
No, señores,
en mi caso
en mi caso
la fe
sólo me mira,
se ríe,
bosteza
y espera
(con fe)
a que me desaparezcan
a que me desaparezcan
las ganas de evocarla.