Porque me escucho, pedirlo, a la distancia
y las respuestas llegan, y no se sienten dulces
ni amargas, sólo están ahí, siendo ellas
haciendo lo que se les dijo ser.
Y estar cerca es como estar lejos
pero viendo la distancia
más como al lado.
Porque estoy en el laberinto
al que entré, sin darme cuenta
por subterráneos;
y lo peor de todo no es eso,
lo peor
es que en vez de cavar
hacia fuera,
día a día
pala en mano
tapo, convencida, un poquito más
cada posible salida
hacia
los lados
lógicos
sanos
y buenos
donde sé debería encontrarme hoy,
mientras el Minotauro me susurra
que mejor me quede acá
donde tengo todo
lo que vine a buscar:
un rinconcito donde ese ovillo
no sirve para irse, sino para tejer incoherencias;
una utopía que ilumina en la noche,
y una pala
que funciona al revés.