(Dos años después)
Entre las cosas que hubiera querido decirte
a vos papá, cuando aún se podía
está el reconocer tu parte en mí
que iba tras la utopía como zanahoria.
Esa que el burro persigue,
por caminos únicos pero solitarios
hasta que realmente se cansa
y abandona, porque siempre
está adelante, tan lejos,
y a veces lejos es demasiado
como para que la sangre soporte
seguir a pie desnudo con uno mismo.
Y lo debido, lo pactado,
la vida que todos dicen
espera por respuestas y no se puede
vivir de zanahorias si lo que falta es carne.
A veces hubiera querido entenderlo,
y no ser esa misma pregunta
que pedía concretos sin ver lecciones.
Hoy sólo puedo desear
que estas palabras te traigan
desde el otro lado
a este lado,
mientras yo también corro
por mis propios vegetales.