Vivir solo es no
comer a tiempo, ir de acá-allá haciendo migas con un par de cosas para comer
que hacen migas. Y después comer las migas. Del piso. Con microbios, pero no
importa, porque estás solo y los microbios son parte de la compañía que no mira
en la tv la propaganda de Mr. Músculo. No hay protocolos escritos para menos de
dos. Estar solo es comer lo que sea, hasta unas migas sinmigo. Que nadie te venga a decir ojo con los
microbios, cuidado con lo que cae. Cuidado con las migas, cuidado, cuidate. Que
nadie te avise que el mundo está lleno de átomos o partículas en migas; que
deberías cuidarte de esas, o de aquellas. La normalidad exige comer enteros
sobre superficies altas. No comer migas. No comer del piso. No comer microbios. Sí ser (uno mismo) un microbio de un piso más
grande, el primer puesto en la cadena alimentaria de alguien que jamás comería
del piso, sino sobre tres manteles, uno sobre otro. Comer, o ser comido, dilemas de nuestro
tiempo. Un microbio social viviendo en alguna miga del mundo. Escribir es como
una miga que cae en un suelo incierto. Escribir sobre microbios suele ser una miga que nadie come, ni interesa
barrer. Los microbios no escriben, pero saben crear abismos con migas. Yo no sé
crear abismos, pero sé caerlos muy bien, hasta su fondo.
domingo, 12 de julio de 2015
lunes, 6 de julio de 2015
Abrirse
Lo peor es creer que uno
podría soltar el alma ante cualquiera
como un perfume que decanta,
como si el simple paso del tiempo
ablandara por sí mismo las murallas,
como si la duración pudiera darle
un vidrio menos empañado al espíritu
como si pretendiéramos oler
el núcleo de todos los azahares
al pelar
(lentamente)
una naranja.
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